miércoles, 11 de junio de 2008

La Bienvenida

Antes de conocerte, en mi había un vacío.
Sólo andaba con la tristeza y la soledad,
juntos hemos recorrido rincones oscuros,
grietas cuyos desvios vacilabamos antes de seguir.

¿Qué más?. Sentía que algo me faltaba.
Había una oscuridad en los ojos en el día,
no era más que la simple visión quimérica
de la felicidad que andaba entre nosotros.

Esa alucinación, esa magía, fue la señal
de tu llegada por un vago y desierto camino
cuyos vegetales y frutos florecian a tu paso.

Es así cuando llegaste a mí, amor, no sé cuando,
pero vives en mí con la sencillez del querer
y la fuerza, más fuerte que el odio, del amar.

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